y de cómo lo
que se nos vendió como fantasía inverosímil iba a hacerse realidad, andando el
tiempo y con el vertiginoso desarrollo tecnológico que nos ha inundado, empieza
a tener visos de verdad tangible el asunto de los robots que, fabricados con intencional
apariencia humana, van incorporando además saberes y posibilidades que ya
asombran/inquietan, e irán a más hasta un límite donde se rice el rizo
prodigioso y la cosa “se nos vaya de las manos”. Un límite donde nos suplanten
y usurpen nuestras autorías como hacen los desaprensivos.
“La
acompañante” es film que sienta al
espectador delante de esa contingencia, envolviéndola para más comodidad en
entretenimiento coqueto de diseñadores cuidadosos, listos en estética de
vistoso consumo y recursos (música, fotografía, ambientes, algo de intriga con
sorpresillas dentro) para colarnos su gol particular que ya va encontrando
mentes y ánimos propicios a caer en o jugar con esos embelecos.
Los personajes de la tal ficción son, a pesar de su apostura, convenientemente asesinados a lo largo del guion, con la salvedad de la protagonista, que se manifiesta como una aventajada y algo resabiada aprendiza de la pícara y también desalmada conducta que suele atribuirse a los humanos.
Con esa
moralejilla de escarmientos han concluido la “peli”.
De momento,
ya está el asteroide ese que igual nos cambia el horizonte que andábamos
imaginando.
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