no estaba muy
de moda la munición de nuestras salvas particulares.
Y aun así, tu
piso de barrio popular y los veladores del bareto próximo fueron el astillero
metafórico en el que diseñamos (trío de “armadores”, antes incluso del
advenimiento del nómada sueco) casi por completo los planos de lo que sería una
escuadra que hasta buque insignia -esa “Señora Azul”- ha tenido.
Algo de
navegantes ilusos había en ello; cosas de gente joven que, por discreta que sea
o se finja, se quiere comer el mundo. Y que luego, vale, con relativa victoria,
ciertos laureles de reconocimiento han merecido.
Con tiempo,
crisis, coincidencias y desencuentros (y ocasionales huevos con chorizo y
champán francés, vaya contraste), hemos ido llegando a esta edad, esta marea
que tu salud quebranta y a cualquiera nos tiene ya señalados.
Las modas,
siempre eso, acaso ahora escribirían con una K inicial el que fuera alguna vez
tu alias, “Catachi”. Pero es lo de menos: lo importante es que, hasta a nado si
se terciare, arribes a buen puerto.
En su cincuenta aniversario bien merece la reseña del hacedor a esa Sra. Tan vigente como ahora.
ResponderEliminarSalud y suerte desde Aluche
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