viernes, 19 de enero de 2024

El temporal de este enero

 

Infinitos instantes que vivimos, entendemos sucesivos (casi imperceptibles porque suele faltarnos la reflexión sobre su realidad) nos construyen el Tiempo que transcurre. (Es preferible escribir transcurre que escribir fluye, que puede quedar cursi, más pasado de moda que el miriñaque.)

Y por más que se han formulado teorías acerca de que, operando en “universos alternativos”, existen “tiempos” simultáneos, éstos parecen de problemática explicación, no digamos ya demostración válida o suficiente.

Desgajados así tales instantes, el misterio que asoma de inmediato puede ser su imposible cuenta, y más, su incierta y azarosa interrupción en la vida de cada uno: por sorpresa, no de verdad inesperado, que ya sabemos lo que hay, pero con el estilo que dramáticamente llamaríamos “a traición”, ¿cuál es el instante que va a señalarnos el descarte personal que se nos reserva? ¿Podría suceder, por ejemplo, entre dos gestos cotidianos, triviales, como abrir la ventana para ventilar la cocina y encender una lámpara?

Subdivididos los instantes hasta lo vertiginoso, hasta lo inverosímil, ¿puede haber un final en la fracción de instante que impensablemente se da para que el espejo nos devuelva la imagen que acabamos de ofrecerle al colocarnos delante de él?

 

-¿Y esto se te ocurre porque, sentado en el sillón del porche, andas mirando cómo agita el viento los árboles de enfrente?

-Supongo.              

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