viernes, 25 de agosto de 2023

Después de varios días, y cuando ya se desvanecía el puerco asunto de los árbitros

 

Puede ser que, como caso raro de la estadística, el “balompié”, más conocido popularmente como “fútbol”, es actividad que apenas me conmueve. Lo que no es óbice para que de forma solidaria me alegre, por español, del reciente éxito de nuestra selección -que no sección- femenina.

Otra cosa es el empacho al que llegan los informadores y charlatanes de turno cuando estiran una noticia, fáciles de rutina y entusiasmos noveleros que al cabo revelarán su condición frívola de memos transitorios o permanentes y gentecilla pasajera con discutible relleno en el caletre.

Y otra cosa también es el comportamiento mierdoso del tal Rubiales, sórdido o turbio -como Uds. prefieran- personaje, macarra acumulador de sombras y chanchullos mafiosetes que, como todos los de su jaez, no quiere dimitir, confiando en que tampoco lo echarán.

Claro es que, sin entrar a valorar la calidad y la gravedad de su desaguisado, los hay, numerosísimos, y de muy mayor tamaño, que han recibido, no ya la completa sanción correspondiente sino, con escándalo, indultitos y otras canallescas mariconadas* de lo más impresentables.

A esa miseria e indignidad servil quieren acostumbrarnos.

 

*Camilo José Cela me ampara en el uso de esta palabra: su autoridad, quizá en todos los órdenes, es desde luego más alta que la que se arrogan los vigentes y esencialmente ignorantes “finolis” contemporáneos.    

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