jueves, 24 de agosto de 2023

Con piezas

 

de sencillez decorosa y bien conservada veteranía y con diversas incorporaciones a lo largo de los años, la vajilla es satisfactoria de proporciones y posibilidades, con suficientes matices para los cometidos que en la vida corriente tienen lugar.

Y con esas leyes que hacen las costumbres, su colocación en el artilugio o estantería en que escurren tras el fregado, está prefijada con naturalidad y obedece a un orden semiinalterable en el que prevalecen tamaño y afinidad de condición.

Otrosí se tiene en cuenta el secado de la cubertería tras su tratamiento con agua y “fairy” para que no luzcan las huellas lunares que podrían resultar si delegásemos dicho secado en el efecto independiente y espontáneo del aire.

Ahí sobreviene a menudo el recuerdo de aquella escena del film “Gigante” en la que, para quedar lo mejor posible con Liz Taylor, el siempre tímido y encantador aunque interiormente resuelto James Dean colocaba en su propio orden sus elementales y humildes utensilios de mínimo casi anfitrión y amo de casa circunstancial.

 

Toda una vida, dese la niñez, empapándonos de cine, es lo que tiene y termina en pretexto para los apuntes de este caluroso día de agosto de 2023, año del Señor.

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