domingo, 9 de agosto de 2020

Lapsus

 

Perdón, don Joaquín, que yo,

columpiándome en la luna,

nunca jamás osaría

enmendaros plana alguna

ni título que voacé

dispuso con gallardía

y acostumbrada fortuna.

 

Sólo que la neurona

que custodia esta memoria,

un tanto loca o burlona,

tiene melindres de noria;

y cambió ese “bulevar”

-elegante, afrancesado-

por un “callejón” castizo

sin porqué justificado.

 

Ni dolo ni daño aquí

tienen lugar suficiente

porque no es mucha la gente

que lee los disparates

de este Hipocampo contrito;

y escasos son los orates,

hermanos de cofradía,

que en mis dispersos escritos

me honran con su compañía.

 

Es el propósito hoy

de esta redacción que doy

dejar de todo constancia;

y de todo corazón

os prometo la intención

de una mejor observancia.

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