lunes, 30 de enero de 2023

De sobremesa

 

-¿El libre mercado, eh?

-Le veo pegas.

-Díme una, aquí entre nosotros, modestísimos profanos.

-La especulación, que se ve claramente favorecida, estimulada.

-Eso es porque el que puede, el que tiene cierta sartén por el mango, rara vez renuncia a la posibilidad de sacarle al prójimo la máxima cantidad de dinero.

-Lo cual que el desvalido consumidor -la gente de a pie, que casi todos lo somos a la fuerza- para huir, por ejemplo, del vampirismo de las eléctricas, se pasa al “pellet” y los mercaderes correspondientes de ese combustible alternativo “le estaban esperando”, para crujirlo también, cualquiera se lo iba a perder.

-Y también se señalan con escándalo los beneficios brutales de supermercados, bancos, etc.

-Y eso que con fundamento cabe la sospecha de que tales cantidades astronómicas son sólo las declaradas oficialmente. Vamos, que falta lo que se oculta.

-¿Y?

-Que no hay autoridad ni poderes decentes que pongan coto a este salvajismo, que limiten forzosamente los “precios galopantes de las cosas” con decretos “ad hoc”, me da igual que sean decretos reales o republicanos, coño. Que para otros temas, bien que se dictan sin tasa.

-Y entonces saldrían ranas diciendo que se coarta la libertad…

-… de mercado: exactamente. Más que nada porque ya queda poco margen para que nos exterminen, vía ruina.

-¡Madre mía!       

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