-A cuenta de aquello, siete u ocho años
antes de la EXPO92 de Sevilla…
-¡Qué manera de datar! Eso sí que es un
circunloquio.
-… en la época en que Tony comandaba el
grupo “Bulldog”, acordamos que me estrenarían “Lily”. Se trataba de una
canción, letra y música de un servidor de Uds., que pintaba la ficticia, aunque
simbólica, existencia de una joven, tratando de abrirse paso entre los
manglares de la jungla musical y sus vericuetos.
A los años, José Ramón Pardo, en sus
reediciones rescatadoras de Rama Lama, con tino y mimo de miniaturista de
códices monacales, tuvo a bien publicar un extenso doble CD de dicho grupo
donde se halla la canción citada, cuyo espíritu se mantuvo en líneas generales,
con apenas mínimas elasticidades sobre el fraseo original, en la interpretación
de Josele, voz solista, e incorporando característicos solos de eléctrica a
cargo del autor, más piano y ciertos pizzicatos precursores de los que más
tarde se inmiscuirían en “La miel en los labios”, como seguramente detectarán
los analistas y rastreadores más astutos, ociosos y cotillas.
Siempre agradezco el estreno y la nobleza
con la que Bulldog respetó ese indeleble “sello de la casa”, que de continuo confirman
el profuso empleo de los adjetivos para la descripción y el punto irónico/crítico
que conocemos.
Para el pertinente y contumaz escrutinio,
reproduzco aquí la letra de
“Lily”
Lily,
delgada y sutil, llega siempre tarde a casa.
Lily,
muñeca febril, canta en un cabaret.
Mira
con preocupación su pequeño apartamento;
sabe
que el próximo mes subirán el alquiler.
Contra
la sorda actitud de la mafia de la escena,
Lily,
un día será una rutilante estrella…
Lily,
soñando que ya es una famosa artista,
Llena
de luz y color este viejo cabaret.
Lily,
madera de actriz, lucha con los empresarios.
Lily
intenta eludir trampas de contratación.
Lily,
en una ocasión, tiene un novio refinado
y
al fin, por su vocación, pierde esa “oportunidad”.