jueves, 3 de septiembre de 2020

La vida... digamos que sigue

 

Convoco a la casa que habito

una cuadrilla de pintores.

El trastorno se muestra inaudito;

los efectos, devastadores.

El muestrario de los colores

que teñirán nuestras paredes

es ambiguo, confuso, impreciso:

trampa mortal con hondas redes.

Y aunque la duda, que es personal,

añade un plus de daltonismo,

ese muestrario, tan desleal,

no refleja los tonos lo mismo,

induciendo a una adquisición

de material equivocado,

a indicios de depresión

y de pulso que brinca alterado.

 

Hay matices de azul y amarillo,

asimilables a herejía,

que confunden al ojo avizor

con sus trucos y anomalías.

Conque barrunto lo peor,

las más temibles profecías,

esperando unos resultados

de cruel charada y lotería.

 

Derrumbado de mi equilibrio

que de suyo es más bien escaso,

hoy os traslado este fragmento

con rimas de ritmo algo payaso.    

1 comentario: