miércoles, 1 de octubre de 2014

Populismo



Es la burda estafa esa de prometerle a la gente el oro y el moro, sabiendo de sobra que es mentira y que no se va a poder cumplir.
Lo hacía Perón, lo ha hecho el venezolano del “chándal”, y otros ejemplos tan verbeneros como ruinosos; elenco de agitadores y demagogos cuya lista resultaría larga.
De imaginativo diseño, existe aquí la variante esperpéntica del separatismo, que añade a la receta algunos ingredientes de anacrónico e intoxicador delirio.
Cuando el personal anda cabreado porque los problemas van a peor, suele salir un malabarista o un prestidigitador para hacernos creer en lo que no hay. Si la propaganda se extiende y consigue cierta duración, luego tenemos la mar de gente encandilada en la calle, exigiendo que lo que era sólo un timo se transforme en una realidad; reclamando los regalos y los derechos tan estentóreamente anunciados.
Dos millones, o quizá más, de vecinos andan diciendo en Cataluña que quieren votar.
Los cuarenta y bastantes millones restantes también queremos, vaya por Dios, votar, que eso nos hace ilusión a todos y a todas.
Habrá que organizarlo bien para que nadie se quede fuera; si no, va a ser un indecente filtro de nazis. O de comunistas. O de pirados.
Mola el populismo… ¿que no?

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