jueves, 7 de septiembre de 2023

María Jiménez

 

Las “listillas” de nuevo -aunque ya ni tanto- cuño, que se creen cortadoras del bacalao e inventoras luminosas del feminismo, aupadas con disimulo o sin él a sus silloncitos y puestos de relevancia pasajera por sus “chorvos nada patriarcalistas”…

… te quieren incorporar de urgencia como estandarte o banderín de enganche histórico (coreando como de costumbre sus cutres lemas, sus consignas sectarias y el vocabulario machacón y coyuntural) a ti, que antes de estos años de pedorreo progre ya te estabas abriendo paso a contracorriente, con tus solas armas de mujer que sí conocía en carne propia las dificultades del origen y del ascenso guerreado, luchador. Con tus muslos “que valían un imperio”, al citar descaradote y quizá falseador de algún reportero mediocre como casi todos.

Lo discutible de tu “arte” quedaba, para decir verdad, muy difuminado y por debajo de tu inocultable carga sensual, de tu atrevimiento en tiempos que todavía no llegaban del todo a la presente riada de piel en oferta y exhibición que nos ha inundado luego; ahora, ni te cuento.

A Hermida, y a los que se terciaran, relataste tu recorrido con una franqueza y un rigor sin velos que nos puso a admirarte la valentía y las verdades.

Con la boba memoria elemental de lo reciente, los más noveleros, los de menos cerebro tienden a recordar sólo y sobre todo tu etapa de las plumas de pavo real, con repertorio medio cañero/urbano, incursión aventurera que no te salió mal. Lo anterior, tus escamas de sirena rústica, de odalisca de “tablao”, lo que te alumbró, no lo han conocido; o, son así, ya lo borraron.

Ahora hay muchas tontas, María, demasiadas. Seguro que algo te alivia esta mudanza, este dejar un cotarro que nos va volviendo insensibles a unos, y a los demás, más imbéciles de lo que ya son.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario