lunes, 3 de julio de 2023

La libertad de expresión y sus gallineros

 

En teoría, la libertad de expresión es un derecho que debemos respetar e incluso, a lo mejor, favorecer. Eso suena bien, saludable, adscrito al comportamiento democrático.

Sólo que hay, cada tanto, manifestaciones que, por ignorancia o por imprudencia, etc., en vez de contribuir al asentamiento de ese objetivo, lo desdoran y desmerecen.

El ejemplo dado por la señora Guardiola, algunas fechas atrás, pone de relieve cómo la excesiva euforia puede teñirse de intempestivo radicalismo, de una soberbia infundada e inoportuna y de un equivocadísimo cálculo de la propia capacidad y la realidad, que dificultan la cohesión y el equilibrio deseables entre la madurez corporal y la mental.

Convendrá a Feijóo y a sus planteamientos razonables, a la sensatez gallega que quiere aportar y que le esperamos, una supervisión eficaz que se anticipe e impida a sus colaboradores y subalternos (que sí, que estupendos y respetables) la más mínima conducta de gallinero.

Sobre todo por el insufrible superávit de gallinero que venimos soportando, un año con otro.

Y porque una buena orquesta debe tener solistas brillantes (ojalá Álvarez de Toledo, Margallo, hay más), pero jamás permitirse el desorden; ni más de un director y, como mucho, es de tradición, un “concertino”, de entre los honorables profesores que la formen.    

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