miércoles, 11 de marzo de 2020

La desconfianza profunda

que la población experimenta hacia los gobernantes vuelve a ponerse de manifiesto en estas jornadas de confusión y temor.
Seguramente no es exagerado afirmar que "en todas partes cuecen habas"; pero ya tenemos de sobra con la parte que nos toca.
Y no cabe, en la actualidad, el disimulo cuando los archivos, tan cabalmente potenciados por la tecnología, están a rebosar de ejemplos en los que los políticos dicen una cosa y luego hacen la más opuesta de las posibles, elevando el escándalo de sus miserables contradicciones y falsedades hasta las cotas más inauditas.
Con esta realidad, ya pueden predicarle al personal que no pierda la calma ante los rudos indicios de eventual desabastecimiento, que pocos ingenuos confiados seguirán mansamente indicaciones que de tan fulleros y bellacos dirigentes provienen.
Y es que, por más que la mentira está ampliamente acreditada y goza de larga tradición, los vigentes barandas vienen dando muestras de tan descomunal desahogo que "cum laude" han de ver sus rostros de cemento preferentemente labrados en el friso de la Historia.
¿Pagamos por sus torpezas y sus fraudulentos mangoneos a esta cuadrilla de mediocres injertados en tramposos, con el lechuguino mayor al frente?
Con suerte, ¿nos cogerá Dios confesados? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario