martes, 17 de marzo de 2020

Entre tormentas

Aquí estamos, doña Carmen, lidiando nuestra tormenta de tierra adentro. Encerrados, capturados en y por un giro del Destino que acorraló al país en pocas horas, dejándolo a merced de quién sabe qué temibles desenlaces.

Llueve fuerte esta noche. Sobre el mar que tanto te gustaba (miedosa y todo del imponente empuje, del bravo rumor grave de las olas), otra tormenta muestra las luces tenebrosas del relámpago, tan majestuoso y superior a todo lo que técnicos estroboscópicos, con soberbia infundada, hayan podido engendrar. Si algún barco anda por ahí adentro... buena suerte.

Con el agua formando una ilusión doméstica de toldo delantero: filamentos brillantes, como cristal líquido, que parten cada uno de su gota inicial, un temblor generoso que se encapricha en cada onda del faldón.

Ni sé por qué te escribo esto. Pero me vino a la mente cómo no nos despedimos. Un instante, ya ves.
Sobre la barra del mueble bar, tan jubilado ahora, descansa como un sueño el vaporizador azul y oro de tu colonia de siempre.
Qué sabe nadie.

2 comentarios:

  1. Yo tampoco me pude despedir. Ahora pienso que igual no hacía falta, ella está siempre conmigo. Un beso.

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  2. Gracias primo. Te imagino sentado en tu sillón, en el porche, que no conozco....me lo imagino todo tan bien a traves de lo que escribes!. El jardín, el mar, la casa...cuando todo esto pase, iré a visitaros

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