sábado, 22 de febrero de 2020

Las malas pulgas

De entre las imágenes que las emisoras de telebasura (prácticamente todas lo son, con catálogos en apariencia diversos pero por igual nocivos) nos hacen llegar estas semanas, alguna que otra, por su pintoresquismo, quizá podría quedar para la glosa, tú.
Y hay que verte, envuelto en ese medio abrigo -- tan ajeno a tu estilo cotidiano --, que has debido comprarte para solemnizar la ocasión, con el que has posado para la posteridad en los importantes peldaños que realzan tu gesto rígido y envarado, agarrando la cartera simbólica del nombramiento y amagando con el brazo disponible un ademán de sacar el "colt" de pistolero "western", abierto el compás de las zancas, como Valle decía de Tirano, sonrisa falsorra y sardónica de compromiso, íntima satisfacción del poder que vas alcanzando, aunque no disuelve por completo tu ceño de jaque desafiante y pendenciero (¿el azote, listo "hasta hacerla sangrar"?) ni, faltaría más, el decidido proyecto prevaricador que tramas contra toda la decencia que pudiera quedarnos.
Ahí es nada, soviet bananero, infiltrando metódicamente tu torcida ideología zurda con el tesón mismo con el que sigues eliminando a cuantos, dentro del equipo, osan discrepar siquiera mínimamente de tu siniestro mando vengativo e inapelable, del elaborado y minucioso odio al oponente que como un aura rodea tu figura y, como un andamio, sostiene el entero edificio de tus malas pulgas, tío.      

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