lunes, 20 de mayo de 2019

No deben ser los llantos infantiles

(aunque hayan dado alguna mala noche)
la permanente causa en tus perfiles
de ese gesto ceñudo y cabreado;
sino la indignación, a troche y moche,
que te produce tanto asunto injusto
y te tiene breado
y torturado en lecho de Procusto.

Y me imagino que en tu corazón
se arremolinan dos o tres tormentas
porque ya tarda en salirte la cuenta
que implantará "nuestra revolución".

Pero a veces también quiero pensar
que, tal como yo vivo junto al mar
cuyo rumor es fuente de sosiego,
por tu parte, no es tan malo tu juego
desde que vives en Galapagar.

Pablo de mis pecados,
ahora que propicios son tus hados...
¡que ese apacible entorno que lograste,
después de "sufrir tanto" por las masas,
atempere de tu enojo las brasas
con su dulce desgaste!

No hay comentarios:

Publicar un comentario