jueves, 20 de febrero de 2014

La proliferación de las normativas



En proporción directa a la infinita epidemia de funcionarios y gentecillas ordenancistas y escalafonarias que padecemos, crece sin contención posible la flora sideral de las normativas.
Me da que no estoy solo en el rechazo que produce toda esa hojarasca, a menudo infame.
La última que llega a mis menguados oídos me la refieren en mi bodega de cabecera: se hará obligatorio el uso del llamado tetrabrik para envasar y expender los vinos a granel.
Los gloriosos vinos de Chiclana de la Frontera. Toda la vida a repostar o cambiar las garrafas de uso casi personalizado, familiar y ahora pretenden someternos a la infumable caja de cartón, quizá higiénica aunque feísima, dentro de cuya aburrida opacidad infranqueable ni siquiera es posible apreciar el maravilloso color, el destello que ya nos iba enamorando.
Uds. ya lo han experimentado: servir un líquido desde una caja insípida de ésas a un vaso, copa, jarra, taza o lo que sea, produce un irritante fenómeno de impulsivos borbotones que de manera atropellada y poco controlable termina salpicando la superficie que haya alrededor. Una murga, vamos.
Declaro ahora que, si surge el más mínimo movimiento de rebeldía reivindicativa contra tal ofensa maquinada por los diseñadores de las ordenanzas, cuenten con mi apoyo en la protesta, la resistencia, la heroica lucha que hará empalidecer aquella gesta en la que Esparta frenara en las Termópilas al tiránico invasor oriental.

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