Qué
mierdosito y qué falsorro estabas
cuando Pepa,
con tiento, preguntaba
en la
entrevista lánguida de ayer.
Con tu
espectral y nublada careta,
soltando tu
infumable letanía,
tu bufonada
de ser o no ser.
Mas la cuestión no es ésa
sino esa invalidez
que te sostiene
y de un
podrido andamio te hace presa.
La cuestión son los seudosilogismos
que preñan tu
canijo parloteo,
tus redomadas
mañas carteristas
y lo
desaliñado en tu toreo.
Porque no das
un pase
sin demostrarte
alfeñique huidizo
(cual mísero de mí, cual infelice),
alma de cántaro
de poca clase.
Interlocutor:
-¿Advertiré un delicado deslizamiento, una postrera
como querencia de la letra “eñe”?
Hipocampo:
-No dijera yo tal, coño.
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