miércoles, 17 de septiembre de 2025

Ningún espacio

 

-ni tiempo- deberían quedar para el disimulo, para el sometimiento o la resignación desencantada.

Lo que a diario vemos, lo que se nos cuenta con falsedades tantas, a disposición de todos está. Lo que pasa.

Quienes prefieren o fingen dejarse engañar, quienes estén engañados (léase ingenuos) y los que engañan -o lo pretenden- con la cansina retahíla de sus gastadas mentiras, también los que en silencio asisten algo inactivos, algo impotentes, a esta decadente realidad…

O sea, todos. Pues de ahí, aunque en porcentajes muy, muy desiguales, salen aquellos a los que la Ayuso alude con la cosa de la fruta: de ahí, de todos ellos/nosotros, de los demás porque, Isabelita, tampoco tú puedes tirar la primera piedra. La alusión a la fruta. A la fruta podrida, a la suciedad que, por acción u omisión, no conseguimos limpiar.

A la trampa retorcida que nos diseñan los malos.

Qué mal rollo.    

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