En esta fecha
como desusada
-del clima
insólito, este veraneo-
la niebla que
del mar llega a oleadas
desciende a
este jardín con balanceo.
Como delgados
velos de una maga
de aguamarina
y verdes ojos claros,
por los
hibiscos rojos va y divaga
tiñendo su
color de desamparo.
Este sentir
que tengo, ¿lo contemplan
mis personas
que han desaparecido?
¿Un mensaje
es posible todavía
para este
navegante del olvido?
(No es el
vino de Estola
el artificio
de esta carambola;
sí, el
oloroso Irene,
su lejanía
mientras va y viene.)
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