domingo, 3 de agosto de 2025

Canícula

 

La última vez (hace años ya, cómo pasa el tiempo) que consulté el Vocabulario Científico y Técnico de la Real Academia de las Ciencias, el color azul correspondía a la sensación producida por el estímulo de longitudes de onda alrededor de 475 nanómetros. El color del cielo sin nubes, que dice la RAE.

Y eso tenemos hoy; junto con un calorazo de “aquí te espero”.

Que no se han hecho esperar esos millones de nómadas que invaden nuestras playas y otras “zonas de recreo”, a pesar del incremento de los precios (siempre “galopantes de las cosas”) y de las incomodidades indiscutibles que ofrece la no discutible masificación.

Es como lo del río ese africano y grandísimo y los ñúes pero sin tantos cocodrilos.

 

Lady Taladro, en el entremientras, instala con detalle minucioso el “velcro” que con la malla preceptiva nos blinda de la otra invasión temible: mosquitos ocasionales, insectos diversos, todos ellos de la máxima y enconada proscripción en esta casa. Monaguillo apenas, cuando con dispersión ya mencionada colaboro/estorbo en la tarea, vuelve a colmarme de admiración elemental el hallazgo que suponen esos a modo de pies ambulacrales que caracterizan y certifican la idoneidad de ese invento (al “velcro” me refiero) comunicando a mi entomofobia paranoica un tranquilizador subrayado de garantías y sosiego espiritual.

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