Retrocedió el
calor. De repente, de un día para otro. Me ha recordado, salvando las
distancias, al alivio, al consuelo que dejan los cólicos nefríticos cuando el
trance se resuelve.
El calor
incansable, la tortura que parece que no cesará, agotándonos la paciencia, en
esa espera de incierto final. La ola que ha tenido visos de “sunami” y hemos
padecido juntos.
Pero qué
larga esta primera tarde, sin ti.
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