domingo, 20 de julio de 2025

Los nuevos mercaderes

 

Dylan cantaba que “los tiempos están cambiando”.

Los ciudadanos más escépticos, con rigor no indiscutible, pueden matizar que, en ocasiones, a peor. Una anécdota (que sí, que no es categoría, pero tú ándate con ojo) acaso resulte ilustrativa al respecto.

Pasa que vienen “las calores” y el acongojado consumidor, legítimamente remiso al sablazo/atraco de la factura de electricidad, opta de nuevo por los ventiladores, como alternativa menos gravosa que el airecito acondicionado de los cojones. Hecho un sondeo no pequeño y una elección casi filosófica, descubre con desaliento la desdeñosa y soberbia “política de empresa” que ha ordenado a sus vendedores que no consientan al cliente la compra de una unidad -la última, la restante, la exhibida en correspondiente exposición- porque no se desmontará el tenderete pertinente hasta septiembre, y aun así, en fecha aleatoria por decidir, se ve que con estilo medio caprichoso.

No pretendo defender la consigna clásica, puede que algo exagerada, de que el cliente siempre tiene la razón; pero el argumento de que si voluntariamente decido comprar, digamos, el jersey, o el automóvil que hay en el escaparate, (sin importarme el desgaste que polvo y sol y tiempo habrán efectuado en ambos) debe ser tenido en cuenta, y atendido con respeto, y satisfecho con naturalidad; y cuando no, todo ello deja con el culo muy al aire al empleado obediente sin remedio, que lo entiendo, vale, y todavía peor y en entredicho la eficiencia presuntuosa, tan francesa ella, de esa multinacional en la que Uds. están pensando, tan melindrosa de eles y emes.              

Ni la absoluta razón debe primar al cliente, ni el ninguneo, sea cual sea el pretexto o la sedicente y peregrina explicación, es válido en el comportamiento de estas omnipotentes trituradoras de nuestros esquilmados bolsillos.

-¿Bárbaros, salvajes del comercio contemporáneo?

-Nunca soñé lo contrario; por algo han elegido la palabra “política” para sus crudos manejos.  

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