Caracterizada,
entre otras cosas, por una generalizada pulsión de perfeccionismo en el ámbito
del bricolaje y las manualidades, que la reciente modificación de su estado
civil no lleva trazas de alterar, Lady Taladro aplica minuciosamente una larga
línea, blanca e inmaculada, de material sellador en recalcitrante grieta
originada en cierto sector del rodapié con el que la solería limita el gramón
del jardín.
Estorbada
mínimamente, aunque de modo chocante, por alguna hormiga bulliciosa e
inoportuna, el Hipocampo (desde su fatalista y flotante condición de acólito
fantaseador) le sugiere la posibilidad de extender el material citado
incluyendo al insecto como en catafalco o mausoleo definitivo, lo que
producirá, al cabo de los siglos y en los análisis de los teóricos de la
investigación arqueológica, un asombroso efecto similar al de los mosquitos y
otros seres del remoto pasado que luego se descubren inmersos en cápsula
englobadora de ámbar o así.
Que una
imagen suele dar ocasión a otra (“de aquí
no sale nadie hasta que sepamos lo que significa eufónico”), a la memoria también acude el
concepto, la palabra TRILOBITE y, entre risas, cabrá usarla como vocativo, como
interpelación o llamada campechana en convocatorias futuras a algún colega, del
modo:
-¡Hey, tú,
trilobite!
No se
descarta que la frecuentación esporádica de atestadas playas inmediatas esté
afectando, por más que de manera incipiente sea, a la siempre delicada y frágil
fórmula que define en los diagramas de los estudiosos la relación estructural
de sus (del Hipocampo) asendereadas neuronas.
Trilobites se asemeja a trilurites...
ResponderEliminar