Para el
lucimiento y la mayor gloria de una ya bastante madura Kidman (quien ha tenido
desempeños mejores), se pergeña “Babygirl” que es el relato del desquicie o
calentura de una empresaria/ejecutiva de fuste que anda combinando desarrollos
tecnológicos de éxito, vida familiar con leves toques laterales en mansión
postinera y turbulencias sexuales sin resolver.
Y ahí llega
un becario, de aspecto anodino aunque modales o disposición de macarrilla, de
chulo ambiguo, pero que casualmente, o con poca explicación, somete a la
protagonista, promueve el desatasco con un estilo de actualidad “errejoniana”,
dando lugar a escenas de humillación y vejaciones muy chocantes y medio porque
sí, y llevando a la mujer por vericuetos que recuerdan a los de las “emmanuelles”.
La cosa cae en
los trastornos previsibles y, de paso, en una conclusión acomodaticia de crisis
y apaño con el convidado de piedra y marido que hace la cortedad de Antonio
Banderas y remata en alegato
feministoide y convencional. Debe ser una de las coyunturas de estos tiempos.
Llovía a
mares, al comprar la entrada en la taquilla de marras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario