viernes, 29 de marzo de 2024

Cerrando marzo

 

A la sabiduría del Creador,

que inextricable a nuestras mentes queda,

“debe deberse” el tenue pormenor

que a toda comprensión suspende y veda.

Lo he examinado con algún colega,

perplejo como yo con tal detalle,

concluyendo que con nosotros juega

Dios, añadiendo lágrimas al valle.

 

Y así, nos preguntamos desolados

por qué casualidad antojadiza

los varones nos vemos condenados

a ver cómo el cabello ralentiza

su crecimiento y abandona el plano

que, de suyo, merece en la cabeza;

mientras que, resistente cual troyano,

por el rostro la barba se endereza

y florece a destajo y con firmeza

“como si no hubiera un mañana”.

 

¿A qué tan fiero y desigual reparto,

si en teoría es cuestión de hormonas?

¿Era preciso este rigor de esparto?

¿Este desequilibrio, esta encerrona?

 

-¿Qué te ocurre, Hipocampo, que otros días

cuestiones más golosas combatías?

-Que nada tiene arreglo y me refugio

rimando a solas estas fruslerías.

-Llueve a mares.

-Ya era hora.

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