miércoles, 3 de octubre de 2018

Uno querría

que el panorama fuera mejor.
Y que no se marcharan jamás los ejemplos que nos han iluminado la inteligencia y la sensibilidad, dándonos a vivir con música y palabras, con sello personal, con excelencia y perseverancia en el oficio, y carácter y estilo y sabiduría, unas vibraciones que no siempre están despiertas.
Aznavour nos deja. De aquellas constelaciones (Bécaud, Brel, algún otro), superior a la memoria corta y novata con la que hay quien evoca una canción suya, deliciosa como muchas de este maestro, sólo por la boba y pedestre inercia de una película de calidad empalagosa (estando ahí esa Julia que también anda anunciando perfumes... ¿porque todo se puede, no?)

Me pregunto si la influencia de artistas como Aznavour alcanza a rozar siquiera a los cafres que, en estos días, se creen cambiando la Historia con sus revueltas callejeras, energúmenos diplomados, encabronados por comulgar gustosos con las ruedas de molino de la esquizofrenia y los cuentos embusteros que les venden los brujos de su tribu.  

1 comentario:

  1. Uno querría...tantas cosas... Pero Pionono en vano se afanó y desveló. Ya no lo hace. Porque los borricos por propia elección jamás sabrán entender la gracia de poeta que a algunos dió el Cielo.

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