domingo, 7 de octubre de 2018

Como dicen de las meigas

Con no poca frecuencia, el cine ha hecho suyo el relato jugoso del fenómeno musical de masas, recreando toda la fascinación, la épica, las ambiciones y las frustraciones, el influjo de las drogas legendarias y la estética del alcohol y otros excesos y decadencias del éxito y el fracaso, que son relieves característicos del género.
Claro señuelo para espectadores que además conocen de cerca y desde dentro las numerosas hazañas que en ese mundo acontecen, se estrena ahora una muestra reciente dello, aderezada con canciones de primera, elenco más que presentable y potente sonido en la sala de proyección.
Aunque previsible y recurrente, el argumento da para algunas escenas de emoción; Sam Elliott queda convincente, como de costumbre; y el dúo de protagonistas se trabaja bien los personajes, con sus amores, celos, agonías de la vergüenza torera, la coherencia y la limpieza artística frente a y contra la presión y las tentaciones manipuladoras y perversas de los mercaderes del negocio, de los poderosos agentes que a él sólo miran, cosa que señalamos con un matiz de pesarosa decepción, nunca asombrado ni ingenuo y que, en cambio, hace correr amargas y desesperadas lágrimas a la pandillita de novatos que en esos concursos a la Fama de la "tele", creen todos poseer genialidades y talento y se lamentan llamando explotación (¿qué esperaban?) a lo que no es sino el peaje que la dura realidad nos impone en cuanto la fantasía, y también la codicia, nos solicitan.
La profesión de la música presenta los cortantes filos de un ejercicio cuyo premio se escatima y reparte con no poco capricho y arbitrariedad, nadie se engañe, como no sean las polillas en las farolas.
En conclusión, el film "Ha nacido una estrella" nos ofrece a una Lady Gaga que trasciende su predominante imagen de mera frivolidad y diseños aparatosos, cuando para nuestra satisfacción ensarta esa versión estremecedora del clásico "La vie en rose". Porque puede que principalmente sean interiores las montañas que la música popular consigue mover: pero haberlas, haylas.  

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