sábado, 13 de octubre de 2018

"Firstman"

(literalmente, el primer hombre: y se sobreentiende que en llegar a la luna.)
Impresionante film para hacernos recapacitar en el hecho de que hay personas especiales que persiguen, y en ocasiones alcanzan, sueños extraordinarios, verdaderas hazañas que deberían servirnos de ejemplo, mientras la demás gente estamos agarrados a nuestros asuntos, con frecuencia humanos, demasiado humanos y que absorben toda nuestra energía, nuestro tiempo y todo lo que se encarte.
Para el oficio de astronauta, poca gente da la talla. Y puede que la concentración raye en la obsesión. O a lo mejor, lo que ocurre es que sueltan lastre y están ya en otra cosa.
Por aquí abajo, los congresistas, las amas de casa, los manifestantes con sus causas, pedestres o no que sean, las cuestiones numerosísimas que continúan sin arreglarse.
Aquél julio del 69 yo casi no me enteraba de nada que no fuese mi mundo, seguramente menor, rozando cualquiera de las variedades del espejismo y del egoísmo, ese otro sueño que era la Música y que me hizo perder la dimensión sobrenatural de lo que estaba pasando.
(Curioso que la calle se llamara Desengaño.)
Siguiendo con la "peli". Magistral empleo del ruido, de la banda sonora in crescendo, hasta el silencio culminante y riguroso de la llegada; de la sobrecogedora y lograda ficción del peligro en la cápsula ("pa habernos matao"). Sensible nota, de carne y hueso al fin, el amor sin límites -- cómo nos suena -- del hombre por su hija. El dolor mortal y rosa, cuánta razón, Paco. 
  

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