domingo, 22 de julio de 2018

Aficiones

El ramillete de personas que más o menos relativamente lo conocen (que ya hay que estar desocupado, vaya), tiene la fundada impresión de que es desmedido en su admirada afición por los automóviles y similares y aun esotéricos medios de locomoción.
En especial su "sector crítico" le ha casi recriminado las frecuentes pausas que inserta en sus paseos para examinar con detenimiento los detalles de aquéllos más llamativos o esplendorosos que pueden verse estacionados por las calles, numerosos ahora con la avalancha de viajeros que rinden en la zona de playa sus antojadizas y aventureras excursiones.
Y aunque este asunto esté lejos (¿todavía?) de derivar en lo que acaso puede terminar siendo incipiente y perdonable obsesión, no se descartan señales como el reciente sueño en el que buscaba con ansioso afán al Z3 (por no recordar el lugar en el que previamente lo dejara) sin advertir, sino hacia el final, que lo hacía conduciéndolo, a bordo mismo del mismo.
Porque ¿qué sabe nadie de la danza a la que ajenas neuronas proceden de forma singular, sí, pero de no discutible y artística inocencia?

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