viernes, 28 de septiembre de 2018

El mástil y el estandarte

Con viento sugerente,
de levante que sea o de poniente,
cuando reposas tu veteranía
solitaria en el lecho
(y no siempre con los deberes hechos),
hay ciertas noches, ciertas madrugadas
que resuena la casa,
con fondo de mareas y crujías,
como el rumor de un galeón que pasa.

Va para treinta años
que vienes fondeando por aquí:
se ve que, marinero en San Fernando,
algo se fue enredando y para ti
el salitre y las piedras de Roma
junto a la gaditana Catedral,
los miradores, parques y murallas,
embelesado y voluntariamente
te dejaron varado en estas playas.

Mientras que ya da igual
lo que a veces pueda creer la gente,
habrá suerte si la última visita
(aunque prisa no haya)
te encuentra verdadero en tu atalaya
con las gafas de aumento,
leyendo los hermosos pensamientos
de Cervantes o del Estagirita.

1 comentario:

  1. ¡Caro Rodrigo! ¡Treinta años ya! Pues, y de memoria, sigo en las mismas:

    No dejes que se pierda
    tu impronta de poeta y tu creación,
    te lo pide un amigo, un escorpión,
    que atesora consigo
    y ordenaditos en su corazón,
    pedacitos de glorias y de mierdas

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