Esto es, claro, una muestra solamente:
¿Podrá Mariano cristalizar en hombre de acción, saliendo de forma inesperada de su crisálida, de su anestesia, de su ataraxia más o menos celta?
¿Devolverá Tomás a Pedro la minuciosa decapitación, tiñendo con más sangre de familia la roja y turbia calidad de sus estandartes?
Y Alberto, ¿se pasará definitivamente al diseño y la pasarela, quizá a la publicidad, al cinematógrafo?
Por otra parte, ¿cómo terminará de digerir su comprometedor y sacro apellido ese enhiesto Pablo de luenga melena, entre las revoltosas trapisondas a las que tan aficionados parecen sus acólitos y pepitos grillo?
Susana, no tan lozana andaluza, ¿seguirá, según proclama con festivo estilo de feriante de abril, siendo "implacable" (risas) con la corrupción de su correspondiente comunidad autónoma (más risas)?
Los aldeanos centrífugos restantes, ¿habrán de insistir en su impertérrito erre que erre?
¿Será escasa o nula, la ración de rejas que prueben los tantísimos que han hecho méritos para ello?
Y el Hipocampo, ¿se convencerá por fin de que "pa" qué?
O puede que, a falta de torre de marfil, continúe su pequeña danza, matizada al trasluz confuso, difuso, de la calmosa, y a veces alterada, realidad entre dos aguas de su dilecto acuario. Y entonces, ¿os encontrará por aquí, el año que viene?