lunes, 7 de abril de 2014

La súplica sagrada



Un consultor de mi blog me hace llegar su desacuerdo por mi empleo del palabro “sodomizadores”, algunas fechas atrás.
¡Voto a bríos! Atrás… ¡sólo las fechas!
Me señala dicho ciudadano que la sodomía, como alternativa física, no es práctica denostada ni desechada en según qué colectivos y supone que yo haya incurrido en desliz “políticamente incorrecto”, en ligereza conceptual poco cuidadosa.
Para corresponder a su atención, hago constar aquí que sostengo, aunque sin frenesí, que “el libro de los gustos está en blanco”. Y de ese modo, me place respetar las aficiones ajenas: “que cada cual haga de su c… un candelabro”, pintoresco giro que escuché en la remota Santa Fe de Bogotá, Nueva Granada, hoy Colombia, feraz tierra lúdica por la que anduve algunos años de mi mocedad.
Ni entonces ni luego he catado yo las presuntas delicias que parecen desprenderse de su defensa y recomendación. Cabe señalar que no lo lamento, claro.
Y valdrá, para final, ese aforismo que en el callejón de la plaza y en los labios de los diestros suena a conjuro o a oración y súplica sagrada:
Que Dios reparta suerte.

P.D: en el blog de anoche, tarde ya, quedó escrito la concedía donde debe estar le concedía. Vuesas mercedes sabrán disculparme.

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