martes, 12 de mayo de 2020

Ágata, si expectante

procuro esclarecer de tu discurso
-- pedestre de vocablos, impreciso,
y sólito adyacente de la sombra --
algún atisbo llano de cordura,
pronto se desvanece y desfigura
cualquier ilusionado compromiso.

En la mágica alfombra,
en el gato por liebre que prometes,
¿algo existe aparte del vacío
que acaso haya dejado el amorío
del chatarrero y de vuestro sainete?

Insistente, tenaz trabajadora, 
cuya fuerza un cíclope envidiara,
la entontecida masa, a fuer de ignara,
de la moda te tiene por señora
y no tuerce su aplauso caprichoso
ante el desquicie loco de las formas
y el colorido chillón y rabioso
que inundan cada vez la plataforma
si es tuya la movida que se exhibe.
Anoche era Piqueras detective
que el numen de tu musa investigaba,
de tus andanzas, la noción notoria,
la resistencia crustácea y brava
y el absurdo rampante de tu historia.

(Tantos versos después
y visto del derecho y de través,
no encuentra el Hipocampo ni yo hallo
un tribunal que emita un blando fallo
para ese extravagante rodaballo.) 

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