una norma que con rigor impida y con eficacia castigue el repugnante comportamiento de la gentuza que en el Congreso se ha sacado de la manga fórmulas de acatamiento a la Constitución envenenadas de mofa, de rencor y de propósitos saboteadores.
Ni la tolerancia es pringue ni la flexibilidad es caos.
Y quizá sea desairado predicar en el desierto: "mucho barco para tan poco pirata", para este marinero de agua dulce y desengañada que es uno. Pero me parece un síntoma lamentable de esta democracia y de esta sociedad enfermas, la locura con la que tiramos nuestro dinero en pagarles un sueldo a los parásitos que, por la grosera y estúpida contabilidad del voto, de tan puerca e indigna manera nos "representan".
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