jueves, 4 de julio de 2019

Hacia el veterinario

En la mirada dulce
que Lolo me dirige
hay un matiz callado
de honda comprensión.
Se diría que sabe,
entre una y otra especie,
un sistema, una clave
de comunicación.

Yo, que poco me doy
al contacto directo,
reconozco que hoy
-- tocado por su afecto --
cierto pesar me toca:
la certidumbre amarga
de que esta vida loca
pende siempre de un hilo
que la salud se encarga
de adelgazar a veces;
y que no se merecen
ni su curioso estilo
de mezclados linajes,
ni el suave pelaje,
ni el desnortado paso
de redonda inocencia,
que tal vez nuestra ciencia
no resuelva su caso.

Ojalá no me quede
pendiente algún abrazo.
Mientras tanto, estos versos,
estos trazos.

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