domingo, 12 de octubre de 2014

La cena



A la luz indecisa de las velas, la Dama de las Perlas es mi postre favorito para las noches de casi media luna.
(Ya sabéis que la luna es embustera: cuando parece una “C”, está en cuarto menguante; cuando una “D”, en creciente.)
No ha importado que hoy sea la víspera de un esperanzador día de lluvia y que las nubes que la acercan oscurezcan mucho este cielo más que azul y ancho sobre el mar, estos magníficos dones para la vista cuya pérdida lloraremos cuando se acabe el tiempo.
Porque esta noche, en el porche de los encantos resplandece, como un regalo precioso que la vida me hace, la hermosura de mi princesa.
Luego será el mojarnos entre risas con la graciosa espuma inocente que da el Norte; luego, el gozo de los cuerpos enlazados, el ingreso de la más honda cópula, la siembra dócilmente aceptada. Las miradas interminables.
La madrugada aún, que nos aguarda para otra vez amarnos en un desvelo apenas de los sueños.
Cuando mañana se inaugure el domingo, veremos entre abrazos las señales de esta dulce noche que quedaron dormidas sobre las sillas.
Y diré: Vamos, amor, a desayunar.

1 comentario:

  1. Qué no daría por ser tu princesa por una noche y compartir a la mañana el desayuno contigo...

    ResponderEliminar