Hoy
que apenas hay viento por aquí, y mientras el mayor bullicio envuelve la fiesta
de la Feria sevillana y “coloca” en diferentes medidas de “rebujito” a los
asistentes, tropiezo, vía internete, con una pieza que pertenece al repertorio
de Sting, ese señor de sobria apostura y talento garantizado.
“Shape
of my heart” es su título y, sin visible causa, una recóndita fibra de esas que
navegan por el cerebro (o por la entretela que sea) se nos conmueve y estremece
más de lo que ya, algo endurecidos, viene sucediéndonos.
Que
sea el contraste del silencio en el acuario, no debe descartarse, y esa
condición misteriosa y delicada, emocionante, de una música y unas palabras
encajadas con arte de orfebre, justa flecha de plata en el centro de la difusa
diana del Hipocampo.
Luego
consigo definir otro tema que el Comodoro, inolvidable amigo, me hizo escuchar
en uno de nuestros viajes y que me confirma lo que las notas en el aire llevan
y traen de contagio, de influencia consciente o no.
-¿Te refieres…?
-A cómo “Fields of gold” coincide parcialmente
o desciende acaso de “My back pages”, que de Dylan hacían suya con sus
litúrgicas armonías vocales The Byrds.
-¿La rama que al tronco sale?
-Qué sabe nadie.
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