Claro
que no nos toma desprevenidos la chulería de tu teatro.
Más
preocupan la inmadurez y la falta de sentido crítico y del otro, del común, que
afectan a gran parte de la ciudadanía.
Lo
manipulable e intoxicada que se encuentra. El admirado embobamiento con el que
contempla los conejillos baratos que sacas de la chistera falsaria. Negándose a
admitir la evidencia escandalosa de tus “apoyos” comprados, de tus laboriosas
marrullerías.
Cuando
te dejas jalear por tus “hooligans”
más desaforados (Oscar Puente, quien te llama sin pudor “el puto amo”; la
Montero, que también anduvo con la Hacienda de la PSOE andaluza, tiempo atrás,
y ahora es modelo de histérica vulgaridad flamenquera, desgañitada y
gesticulante, por citar sólo dos ejemplos), no eres un habilidoso del asombro,
como los “listos” de la “información” declaman, sino el adelantado del despropósito
y del disparate más elementales.
Lo
tuyo es una sucesión de vueltas de tuerca en el comportamiento de la mente
inestable y fullera de cualquier mentiroso, aventajado ventajista de las
chapucerías, saltimbanqui con suerte, por ahora.
O
sea que cuando llamabas indecente a Rajoy, tú, ¿no andabas ya en el fango,
chatín?