Para que nada falte en nuestra España,
aquejada de tan diversos males,
la danza de los jueces y fiscales
es guinda de una tarta que no extraña.
Con este quita y pon de los traslados,
tan llamativos en algunos casos
que parecen comunicantes vasos
entre políticos y magistrados;
con estos nuevos exhibicionistas
que lucen sus puntillas de togado
evidenciando con su desenfado
una afición desmedida de "artistas",
y pontifican en televisión
con un ruido frívolo de grillos
los pormenores que para el banquillo
debieran reservar en el guión;
con esa "independencia" que no cuela,
entreverada con los nombramientos
del gobierno de turno y del momento
y del viento que sopla en cada vela...
¿podremos confiar en que algún día
esa justicia, "igual para todos",
esté libre de lodos,
o nos va a resultar de cualquier modo
que es imposible y que "no hay tu tía"?