sábado, 2 de abril de 2016

Mar Flores

Lo que de ti cuenta el conde
(tanto tiempo transcurrido, 
a tantos toros pasados)
tiene visos de ser cierto. 
¿El despecho es quien responde,
no ha funcionado el olvido?
Puede que no haya enterrado
las reliquias de ese muerto.
Mas el caso
es que parece evidente
que eran Cresos nada escasos
tus célebres pretendientes;
y que has lanzado los dardos
 a objetivos de relieve
sin discriminar ni a cardos
ni a nardos de aroma leve, 
con tal de que la cartera
tuviese un buen fundamento,
importante condimento
al bajar las cremalleras.
Ahora, en esta coyuntura,
que también puede llamarse
disyuntiva, encrucijada,
¿qué será de tu carrera
de fúlgida y ya madura
y presunta "enamorada"?

Los mentideros de España,
a estas alturas de abril,
se estremecen de zozobra;
esperando
que tu red, tu telaraña,
emita desde tu atril
frescas e inéditas obras
y que al cabo se te vea,
mejor que ardiendo en el fuego
de las hipócritas teas,
reiterar hábil tu juego.
"Triunfando".

Por mi parte se debería estar
ni en contra ni a favor de tus andanzas.
Mas no cabe la mínima esperanza
de que la envidia de los fariseos
-- que juzgan sucio y tienen gesto feo --
deje ilesas tu imagen y tu fama.
Que, en cosas del dinero y de la cama,
esa gente falaz siempre se mete
precisamente donde no la llaman.
(Y cada alma, en su almario,
gaviotas, cocodrilos, dromedarios.
Como en ninguna parte, se está en casa;
pero nos va la bulla y de ese modo
ya vemos lo que pasa:
ni cada uno en la suya
ni Dios en la de todos.)

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