domingo, 30 de diciembre de 2018

Donde la luz brilla más

Puede que sea la falta de sueño o de sueños, esta niebla tierna de tibia suspensión. Este discurso interior que bifurca sus rumbos una y otra vez, hace sus propias Y griegas, aplaza decisiones, contempla con alguna inercia el gramón recién cortado, regado hoy a sabiendas de que Mónica dijo que se esperan lluvias por la zona del Estrecho...
Y el viento, compañero, familiar, que ya me da la risa, y que reduce mi cauteloso, breve paseo, esa acera de delante, menos frecuente ahora aunque haya manifestado su antojo insólito, esta mañana cualquiera.
En el porche, consigo por fin la audición completa del Knopfler de 2018, voy cancelando el año. Es ese señor mayor, el viejo Mark (mírate al espejo, Oso), de vuelta de todo, parece un poco... cansado? Naturalmente, "Slow Learner" es como a nuestra medida, con sonidos que nos pillan desprevenidos para retrotraernos a brumas lejanas, Astrud (el grupo de Bogotá, contratado en caprichosas fiestas privadas de la gente más "snob", las residencias de muy al Norte, el dinero, los lujos del resplandor frívolo de los 60), Sade (mucho después, amortiguadas calmas, renuncias memorables, demorados hechizos, presentimientos, entregados trances que no podían presagiar la irrupción portentosa de la epilepsia), ¿cuántas afinidades son capaces de establecer y almacenar nuestras neuronas, nuestros estremecimientos, nuestras recurrentes, deshilvanadas melancolías, el absorto delta de nuestro rio?
Flecos de proyectos, reformas que se quedarán pendientes de modo indefinido hasta que llegue, o no, el...
-- Despierta.
-- Ya; debería estar en ello.  

1 comentario:

  1. Pionono, antes de leer esta publicación, acababa de emocionarse al son del preludio del último acto de la Traviata. A los aficionados a la ÓPERA, y muy especialmente a los verdianos, apelo en lo que ese preludio significa y transmite en cuanto a lo inevitable del fatum y el "burlesque" de la vida.
    Con Don Mark y Sade recobré un poco de resuello, el justo y suficiente para desear al Hipocampo y sus lectores un nuevo Feliz Año y que, nos quede lo que nos queda en el convento, jamás hagamos lo que el mísero fraile y tantos otros.

    ResponderEliminar