lunes, 7 de octubre de 2013

La retirada de Benedicto



Su elección, lo recuerdo, me pilló en Manzanares el Real, un fin de semana de rezos y meditación.

Casi ocho años ha durado la dirección de Benedicto XVI y todavía me costaba fijar su nombre de guerra, después del largo papado del cansino Juan Pablo II.

Y Benedicto, pocos meses ha y ya parece suceso remoto, se retiró, con su noble cabellera blanca, y con un aire de admirable seriedad, serenidad e inteligencia que, en mi opinión, nunca acompañó al inquieto y ruidoso antecesor.

El notición y sus secuelas y análisis durante días se impusieron a la desgastada y rutinaria porquería “mediática”, lo que también da una cierta medida de la importancia que conserva la Iglesia Católica a pesar de sus equivocaciones, cuando las haya habido, y a pesar de su correosa legión de enemigos, con frecuencia más envenenados y malintencionados que ignorantes, que también.

A mí me pareció de perlas su iniciativa de recuperar el culto en latín, aunque otra cosa fue que nos volviera a arrear con el infierno de toda la vida.

Necesitamos un respiro. Cada cierto tiempo seguimos pensando (qué manía tan tonta) que nos parece desproporcionado un castigo eterno para pecadores tan perecederos y de corta duración como somos los humanos. Esa mera desproporción aritmética, geométrica, sería conflictiva con la idea de Dios, infinito de justicia y aun misericordia, cabal padre de sus criaturas, las cuales por cierto no solicitan voluntariamente la existencia, y menos si acarrea tan descomunales riesgos y compromisos.

Fea faena sería dar libre y responsable albedrío (para luego pasar factura rigurosísima) a sujetos tan débiles y propensos a caer en tentación con consecuencia de pecado.

Y si esto es herejía, que venga Dios y lo vea.

En cualquier caso, más que el campechano de ahora, me molaba ese Benedicto XVI; y me resulta sabia y elegante su decisión de ir “asistiendo a su sosiego”, en este caso, puede que no estupefacto. Casi me alegro por él.






1 comentario:

  1. Sabia conexión final con el rincón: grande, grande, grandísima

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