No es la primera vez que nos referimos a ello; y que, sin ser, que no somos, uno de los más asiduos espectadores, ya llueva sobre mojado...
Y es que la ignorante sordera del técnico de sonido de turno, consiguió esta mañana que el piano "se comiera" en largos pasajes al violín, en el Concierto de Mendelssohn que para ambos instrumentos y orquesta puso en antena la 2. No es de recibo. Cabe preguntarse si, como los políticos, merecerá su sueldo.
Así que para mitigar tal incomodidad, ¿creeréis que me vestí con corbata y todo y, saliendo apenas de Chiclana, ya se divisaban las horquillas formidables que hacen airoso el puente del Centenario, pasado San Fernando, allá en Cádiz?
Un día luminoso. Y otra de esas sesiones de cine.
Abstrusa, confusa y misteriosa, "La llamada" no se despeja ni siquiera cuando se desvanecen las extrañas naves ovoides de los extraterrestres. Conque mucho pulpo y mucha copa de tinto en el contraluz de diseño, y yo qué sé.
Ya en la pausa, una Maribel, junco rubio y grácil, me sirve el café y la ensaimada, más dulce por esa sonrisa y esos ojos claros. Le imagino los suaves hoyuelos que acaso se señalan sobre las nalgas jóvenes. Y, al decirme el importe, termina de desarmarme aspirando la "ese" del plural de los 3 euros, con su acento gaditano y delicioso.
"Un traidor como los nuestros", por contra, tiene los pies muy en la tierra, va de mafias rusas, trama interesante y tensión que no decae.
Luego, el regreso al barrio coincide con el incipiente encendido de las farolas (¡ese cambio de hora!), al momento del primer crepúsculo. Cuando el "Cochecito de los recados", que recibió la oportuna ducha antes de salir, se instala de nuevo en su puesto bajo los hibiscos, se siente el frío. Y todavía queda.
Hasta mañana, si Dios quiere.