Vale que ya había un "aroma" de navajazos.
Y luego, no se te ocurrió otra cosa que, como el más ceporro y añejo de los dictadores, decir que te quedarás en el sillón, pase lo que pase; y desafiando a tus posibles competidores a unas primarias en las que diseñabas plazos que supondrían, incluso blindarían tu papel de jugador de ventaja. De tramposo, en suma.
El cisma no convendrá a nadie.
Pero cisma es una palabra elegante, de resonancias pontificias, tú; mientras que lo vuestro es sólo una previsible y vulgar "merdé".