lunes, 26 de febrero de 2018

De la vegetación y otros derroteros

A partir de una planta que de manera espontánea empezó a crecer en el arriate de atrás, hará cosa de dos años, y siguiendo mi personal antojo, Manolo "Jardinero" ha iniciado lo que será, o morirá en el empeño, un arbolito.
Del vivero trajimos en su día un tutor que, con algo de tan farolero como doméstico obelisco, oficiará de guía y soporte para las ramas que constituyen el incipiente fundamento de este capricho. El acto de insertarlo en la tierra no ha carecido de inquietud y riesgo, ya que desconocemos, y tememos, la posición y profundidad de posibles e inesperadas cañerías procedentes del lavadero; así que con recomendada cautela se gestó el implante con resultados que, por una vez, no han originado la clásica catástrofe colateral de perforación y emergente surtidor (fuente ni ornamental ni solicitada) que implica la llamada urgente al fontanero.
Las zonas aledañas, limpias de rebeldes y cíclicas margaritas, ostentan con relativa equidistancia los moderados macetones de dos palmeras de elegante disposición en abanico.
Con otras tareas de poda y corte (buganvillas, hibiscos, ficus, gramón, falsa platanera) y un imprevisto "aggiornamento" de sus anteriores y consagrados honorarios, Manolo y su ayudante entretuvieron la mañana del otro día, y la lluvia de ayer, en esta primera etapa, completó los insistentes e insaciables manguerazos con los cuales el Torbellino y el Hipocampo habían coronado la faena.
Y si creemos ciertos, verdaderos
los aforismos propios de toreros,
Dios repartirá suerte
en los meses siguientes, venideros. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario