martes, 23 de junio de 2015

Pedro Sánchez,



te has caído del caballo, como Saulo.
O has concluido que te conviene cambiar el rollo de vendedor de concesionario, si quieres colocarnos otra vez el automóvil.
El inconveniente es que un vuelco tan drástico y repentino, tan descarado y atropellado, es cualquier cosa menos verosímil; que no es de fiar, vamos. Que no estás por la Nación sino por tu negocio, tío, imposible camuflar tanto plumero como se te ve.
35 o más años de disimulos, durante los cuales tu tropa, y otras, han demostrado muy vistosa reticencia, diciendo una y otra vez “país”, por España, consintiendo y/o alentando sin mover un párpado las inundaciones de las banderas republicanas o las separatistas, con la simultánea y clamorosa ausencia de las españolas, por constitucionales que sean, y ahora…? 
¿Cómo vas a borrar de golpe toda esa alergia? ¿Con una bandera grande como la que en tiempo de Aznar se colocó en la plaza de Colón, en Madrid?
Profusamente se comenta que andas copiando a Obama. Mal y tarde, quizá. ZP ni se levantaba de la silla en aquél desfile, ¿te acuerdas?
Y a los rebeldes que ahora (nombrados con tu aprobación y connivencia, con tus pactos maniobreros) hacen grosero desplante de la enseña y el himno nacionales, ¿los vas a reconvenir, llamar activa y visiblemente al orden, presionar para que la Ley les ajuste los trastes?
Había una expresión, todavía la hay, que no sé si llegaba a refrán: a buena hora, mangas verdes. Y esta otra, que sí lo es y en este trance ha de serte más piadosa: más vale tarde que nunca, si os quitáis de verdad esos complejos rancios, rencorosos, revanchistas y ridículos (póker de R) que habéis seguido incubando.
Pero de momento (porque el movimiento tendrás que demostrarlo andando) eres, como dice “el Bisbal”, INCREÍBLE. Al 100%.
De la retórica, los faroles y esas extrañas carrerillas de entonación ascendente del discurso, ya ni hablamos.

(Fíjate que, el 2 de febrero, en este blog dimos ya una referencia de lo más o menos tuyo. El tiempo pasa.)  

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