lunes, 19 de enero de 2015

La presión de la normativa



Debe ser importante; a tal punto que en mi bodega de cabecera se han negado últimamente a rellenar mis garrafas domésticas de vino porque ya tiene que estar TODO envasado en “tetrabriks”, vaya birria, o embotellado clásico.
Y eso que me habían dicho que excepcionalmente…
45 años de cliente más que asiduo, infalible, empedernido, no han sido argumento bastante a tener en cuenta.
El miedo a la sanción: la normativa.
La normativa que no se obligó a cumplir a los banqueros y similares que nos han estafado y arruinado, porque los vigilantes de turno (Banco de España, CNMV) eran ¿cómplices,  ineptos, o imbéciles de solemnidad? La normativa de los ERES, de lo otro y lo otro y lo otro.
Conque ya sé dónde complacerán ahora mi rito, mi costumbre, mi tradición que no ha de ser mala si la vienen avalando tantas décadas.
Y el Oloroso Irene se verá mezclado con vinos de otra firma. ¿Deslealtad? Será la de otros.
El barril de casa y yo nos acogemos, qué remedio, al mestizaje, que es esa tendencia que tantísimo se elogia en esta vida nuestra, demasiado acotada por normativas. Y por mamoneos.

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