viernes, 29 de agosto de 2014

Y entretenimiento (2ª parte)



Es la noche de Reyes. Oye rumores, siente movimientos furtivos que procuran camuflar la actividad a escondidas con la que los mayores colocan de madrugada los regalos para las jubilosas sorpresas de la mañana.
Ahora abre el día, entra con calma el sol por las ventanas de rombos, arlequines y polichinelas, la luz sugerente a través de los cristales emplomados.
Cuando ya ha cesado lo más bullicioso de las exclamaciones, de las risas, escucha por primera y nítida vez la hermosa música, la frase breve que ha inspirado el delicioso minueto de Luigi.
Y descubre su origen: sobre la mesita auxiliar en la que desde siempre ha estado un elegante candelabro de bronce modernista, se posa ahora, de repente, una cajita de primorosa madera taraceada con sutiles detalles de esmalte. Si se levanta la tapa, surge, respaldada por un semicírculo de finos listones verticales de biselado espejo, la bailarina que, en sus evoluciones, hace florecer el inquietante y seductor estremecimiento de su mínima falda, delicada como la transparente estructura de las alas de una libélula.

Ahora, la vida… ¿sigue igual, cantores imbéciles?  

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