miércoles, 18 de septiembre de 2013

Aparcamiento para garrotes

Con mucho gasto de tiempo y tanto o más de esfuerzo, esa cosa que llamamos especie humana, en su mayoría ha ido llegando a la conclusión de que nos trae más cuenta aparcar los garrotes y decidir los sistemas de convivencia y las conductas a seguir mediante el muy consensuado y consuetudinario uso de la votación, hallazgo democrático y contable, también algo simplón pero quizá necesario, visto lo visto.
Quiere decir que, en una comunidad de vecinos, el inquilino del tercero, por ejemplo, no debe creer que saltarse los estatutos es prerrogativa a la que tiene derecho y por ende “pasa” de cumplir con las necesidades y soluciones compartidas.
Peor, si añade a tan egoísta desvarío una insolente actitud de superioridad que sólo existe en su melona megalomanía particular.
Se diría que, para el caso de que el tal vecino se sienta insuperablemente incómodo, molesto, “rebelao” sin remedio, acaso pueda cambiar de domicilio, mudarse, aunque no va a funcionar la idea de arrancar el piso tercero del total del bloque.
Conque, ¿qué vamos a resolver, cariños trianeros?

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